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jueves, 24 de marzo de 2011

Quiero...

No quiero que un par de tacones me impida correr cuando el miedo esté muy cerca de mí, prefiero mis tenis de siempre aquellos que tienen la forma de mis pies bien definidos en su interior, esos que son sinónimo de la máxima comodidad con los que sé que podría correr sin temor a que un tobillo se me pueda doblar. No quiero una coqueta falda que no me permita saltar las barreras que se me puedan presentar, antes que eso elijo mis jeans deslavados con los que para toda ocasión puedo contar, aquellos con los que puedo brincar, subir y bajar por donde quiera sin miedo a que “algo más” que mis piernas se pueda llegar a ver.  Quiero que el viento acaricie mi cabello despeinado y lo despeine aún más, antes que me enfadarme cuando deshaga un elegante peinado que me haya tomado horas hacer. No quiero que la lluvia riegue el maquillaje que con tanto esmero me aplicaría, ¿para qué? Si es lindo sentir las gotas de agua escurriendo a diferentes velocidades como si de una carrera se tratara por mi rostro y el resto de mi cuerpo.

Mi propósito nunca ha sido tener la envoltura de regalo de la más lujosa tienda departamental, me siento bien con mi sencillo papel celofán. Para mí no tiene sentido andar con la mejor marca para sentirme como un ridículo e inmóvil maniquí de aparador, me gusta ser ese sencillo “outfit” que todos se niegan a tomar de aquel viejo ropero. No me interesa si los hombres no me miran cuando camino por la calle  y me da igual si el resto de las mujeres no tienen nada (aparentemente) que me puedan envidiar. Me encanta que entre tanta gente seas el único que me pueda distinguir, el único hombre que me pueda admirar y mis amigas las únicas mujeres en valorarme de verdad.

No me conformo con la buena o mala impresión que te causé la primera vez, quiero deslumbrarte todos los días con mi complicada y loca manera de ser. No quiero llenar todas tus casillas de “la chica ideal”, quiero ser todo lo contrario a ella y aun así tú me sigas queriendo cada día un poquito más. Quiero que sientas los mismos nervios aun después de estar mucho tiempo conmigo como aquellos que sentiste en nuestra primera cita esos que también yo sentí… y sigo sintiendo hasta hoy.

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